“La altura de su cumbre, lo agreste de sus hondonadas, y lo imponente de sus cinglas desgajadas, rotas y llenas de cavidades y abrigos, hubieron de llamar la atención de los primitivos, y fueron sus lomas suaves, asiento de pueblos, y sus rocas, lugar de santuarios, y sus cinglas, atalayas magnificas y puntos de segura defensa.”
Cayetano de Mergelina, 1922
El Arabí aparece como una gran estructura pétrea que –como alguien dijo en cierta ocasión- recuerda a una descomunal esfinge a la que se ha desprovisto de cabeza. Esta mole de roca, si bien no resulta muy grande, destaca sobre el entorno de forma característica.
El paisaje es de una gran belleza y singularidad. Abundan las biocalcarenitas con intercalaciones de un mineral de cuarzo llamado “jacinto de Compostela”. Pero quizá lo más apreciable sean los fenómenos erosivos que han provocado la formación de grandes bloques redondeados, huecos, cuevas, abrigos, y enormes superficies de “panales” o alvéolos en las paredes rocosas de las biocalcarenitas.
El interés arqueológico de la zona es indudable. Se encuentran materiales y representaciones artísticas entre las que destacan los abrigos pictóricos de la Cueva del Mediodía y Cantos de Visera I y II, igualmente son de destacar las insculturas denominadas cazoletas y petroglifos, cuyo significado exacto se desconoce.
Las numerosas leyendas de este monte, plasmadas a nivel popular y en las fuentes escritas forman parte inseparable de este espacio.
El dosel vegetal está dominado por el pino carrasco (Pinus halepensis), que se encuentra por todo el monte. Todavía se encuentran encinas, sobre todo en umbrías, a las que acompañan numerosas especies de flora, algunas de ellas endémicas.
Otro de los aspectos interesantes del Arabí es la abundancia y variada fauna que alberga. Además de numerosos invertebrados, reptiles y mamíferos, el paraje sobresale por la elevada riqueza ornítica que cobija, siendo probablemente una de las zonas con mayor diversidad de aves de todo el Altiplano Jumilla-Yecla.